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Hábitos
No necesitamos la memoria ni la toma de decisiones para aprender hábitos. Con el tiempo, la repetición de las acciones se programa en una región más primitiva del cerebro. Se parece más a las funciones automáticas (como respirar) que a las funciones racionales.
Cómo se genera un hábito
Cuando hacemos una tarea por primera vez, nuestros cerebros están llenos de actividad. Memorizando señales e intentado decidir cómo responder a ellas.
Los psicólogos afirman que los hábitos se generan en una serie sencilla que denominan el bucle del hábito: señal, rutina y recompensa:
- Todo hábito empieza con una señal (el desencadenante): el cerebro indica que es seguro esforzarse tanto y deja que el hábito asuma el control.
- Luego viene la rutina. A partir de aquí, es automático.
- Finalmente, está la recompensa: la sensación positiva a medida que el cerebro emerge de la rutina. Probablemente no se recuerde nada del hábito y el cerebro nos recompensa por ello. Esto hace que volvamos a ellos.
El bucle del hábito es la forma que tiene nuestro cerebro de ahorrar energía. Programa acciones diarias en respuestas automáticas. Eso significa que, muchas de nuestras elecciones diarias (cuándo consultamos el teléfono, con qué frecuencia comemos) no constituyen, en absoluto, ninguna elección.
Cuando generamos hábitos, dejan de ser opciones reales. De modo que cambiarlas requiere un esfuerzo adicional.
Hábitos productivos en el trabajo
- Comenzar realizando las tareas más difíciles o menos deseadas para dejar el resto del día a otro tipo de tareas.
- Mantener una lista de tareas pequeña, centrándose solo en lo más importante del día, de esa manera se aumentan las posibilidades de completarlas.
- Reservar una hora de la jornada al e-mail en lugar de parar cada vez que se recibe un correo y contestarlo. Perdemos la concentración y recuperarla requiere tiempo y energía.
Sustituir hábitos improductivos
Se dice que la única forma de cambiar los hábitos es sustituirlos. Así pues, si quiere dejar de hacer algo, lo mejor es que elijamos hacer otra cosa. Y si quiere añadir algo nuevo, habrá que decidir a qué renunciar para integrar el hábito en ese nuevo espacio en tu vida.
Los malos hábitos no se pueden eliminar, se deben sustituir.
